Iconografía

martes, 27 de mayo de 2008

Sin azúcar, por favor

Naranja, rugosa, tal cual
Esta mañana no podía levantarme. Sueño atrasado. Demasiadas ovejas sin contar. El sábado hubo cena en casa de Montse y Quique, que son mis "cuñados", pero ay, no sé cómo decirlo, no me acabo de identificar con esa definición. Suena un poco a rancio, me provoca cierta distancia y hasta me ruboriza. Supongo que es por lo de ser hija única. Los parentescos siempre se quedaban cortos (y escasos). De pequeña nunca fui tia, bueno sí, de mis primos hermanos, de quienes me separan unas cuántas generaciones, tia postiza del tete Cristian, adolescente quinceañero hoy en día, y tia de Mar, pequeño bicho alado de cuatro años, tremenda Shin Chan a la catalana pero todo, todo corazón. Pero a lo que iba, fue una noche estupenda. No pudimos tener mejor recibimiento: los anfitriones, en pijama. Nosotros fuimos sin zapatillas, tampoco era plan. Pero llevamos la cena a cuestas: unos estupendos tuperwares de comida japonesa: futomaki de aguacate, uramaki picante de atún, yakitori de pollo, arroz con setas y yakisoba con ternera. Eso, más un generoso Ribera del Duero. Y amenizado por la ciclópea actuación de Rodolfo Chiquilicuatre. Ni la mejor degustación en el Bulli hubiese superado la fenomenal velada del sábado. Fue como un zumo de naranja mañanero. Puro, ácido, real, como la vida misma. Tertulias así hacen que hasta merezca la pena que a una la llamen cuñada. ¿Qué más se puede pedir?

sábado, 17 de mayo de 2008

Música ilustrada

Un Monome

Trasteando los links de Le Marais he descubierto el Monome. No tenía ni idea de su existencia. En realidad no tiene una función específica, pero al conectarse por usb a un ordenador, se puede utilizar para hacer algunas virgerías. Permite crear patrones en programas de música o interactuar con jueguecitos de puzles, utilizarlo como controlador midi o cualquier otra pamplina retro moderna. Es como volver al cole y recordar las tardes junto al Simon. Mola esto del Monome. Minimalismo bonito. Mucho más que el estilo charro y hortera de algunos hogares...

lunes, 12 de mayo de 2008

Dibujos velados

Se ha roto, rota, se rompió.
Había dos tatuajes. Uno en la espalda, otro en un brazo. Símbolos de un imaginario vanidoso y farolero Ya no había ninguno. Intentaba acordarse de en qué lado estaban, pero no era capaz. Al principio pensó que sería algo pasajero, pero a medida que se esforzaba por encajar aquellos dibujos en la piel a la que un día perteneció, su extravío mental crecía prodigiosamente. En algún momento de entonces los hubise trazado a ciegas, de memoria, recalcando cada curva, los fallos, las hendiduras en la carne, las líneas evaporadas por el tiempo, los jirones de la ira, el resto de las caricias. De todo, sólo gravilla, sobras, metralla.
Y al fin, el latido excarcelado. Verdemar, jugoso, flamante, repleto.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Pin y Pon y la casa cúbica

La futura e inminente casa de Carles y ésta que os escribe.
Para los que nunca habéis estado en mi casa, la de siempre, donde vivo, la de los papas, la de toda la vida, la de las celebraciones de cumpleaños con ganchitos y bocatas de pan bimbo con nocilla, la de las tardes de domingo con la alfombra cubierta de piezas del Tente... pues es un pisito, como el de tantos. En una ciudad dormitorio de Barcelona, en Viladecans, con un salón, una cocina, un baño y tres habitaciones, eso sí, dobles, porque en los pisos de obra nueva éstas son tamaño Pin y Pon. Ha sido el único hogar, ni siquiera teníamos la típica torre para irnos los fines de semana, razón por la que todavía le tengo más cariño. No habia otra. Digamos que siempre, me haya gustado o no, con bochorno o aire helado, ha sido mi casa, la casa. Sin mis padres, se quedó grisácea, como si le faltasen ventanas. Faltaba el ceño fruncido de mi padre que se deshacía al instante nada más recibir un beso o un abrazo, y la eterna jarana de ella, perenne alegría de madre, mujer y amiga. Todo llega, ya lo dice mi yayo Pau, pero es que es la pura verdad verdadera, que dicen los de Yoigo. Nos hemos tropezado con ella o, quién sabe, tal vez ella ha topado con nosotros. La cuestión es que, si todo va bien, en menos de una semana habremos firmado el contrato de arras de la casa que véis al principio de este post (a un año vista, para poder vender antes la mía). Es una casa cúbica, en Cervelló, muy cerca de Barcelona, minimalista, porque a nosotros, a Carles y a mí, nos gustan las cosas muy sencillas, cuánto más, mejor. Como la vida misma. Susto, mucho, porque quedaremos re-hipotecados. Pero veré montañas cuando suene el despertador. Y me daré chapuzones en la piscina desbordante del jardín. Y no tendré que aguantar más el horno apestoso de abajo y los gritos de su histérica propietaria. Chasqueo los dedos de alegría. Ah, para todos los que me dáis estrujones en silencio, con piel o sin ella, y estáis siempre ahí, habrá barbacoa y zambullidos en la piscina. Palabrita. ¿Lo mejor de todo esto?, compartirlo con una personita extraordinaria y única, que es Carles. Gracias a él sé que después de llover siempre para, aunque la tormenta sea interminable.

Filantropía vecinal

Lars and the Real Girl, de Craig Gillespie (2007)
Hacía tiempo -Juno, tal vez, se le acerca- que no disfrtaba de unas carcajadas tan transparentes. Gillespie parte de un corte seco, aprovechando una idea soberbia, con una media hora inicial de chisposo salero, una ingeniosa estampa de personajes y ambientes, ocurrentes gags -el momento inicial de Lars con su pretendiente a la salida de la iglesia, la primera cena con Bianca- y un empaque delicadamente excéntrico -la cursi habitación rosa, los peculiares colegas del trabajo-. La elegancia y sensibilidad en el tratamiento del guión -que no ñoñería gratuita- por parte de Nancy Olivier, guionista de la extraordinaria serie A dos metros bajo tierra, nos sitúa ante una hermosa dicotomía social: ¿arrinconar el sentido común en pos del auxilio emocional a un ser querido?
Esta es la historia de un hombre de 27 años, Lars -categórico, rotundo, magnífico Ryan Gosling-, que vive en un garaje, cerca, muy cerca de su hermano y su cuñada. Lars es cordial. Y autista. Tierno, pero huidizo. Vehemente y asocial. Su cuñada -una enorme Emily Mortimer- y su hermano quieren que viva con ellos, buscarle novia. Pero Lars ya ha elegido compañera. De hecho, ya tiene chica: Bianca. El problema es que Bianca es demasiado flexible, maleable, blanda... Y hasta ahí puedo leer. Tarjetita para el público.
Arrancar unas risas y enternecer al mismo tiempo, ahí es nada.

domingo, 4 de mayo de 2008

Tirón de orejas (y doblete)

Un día de la madre cualquiera (todos lo son): la madre, Dolores, la hija, Lara.
Hoy también celebra 55 velas y pastel de limón, aunque no pueda soplarlas.
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños. No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber. No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario. No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo. Pase lo que pase nuestra esencia está intacta. Somos seres llenos de pasión. La vida es desierto y oasis. Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia. Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa: tú puedes aportar una estrofa. No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre. No caigas en el peor de los errores: el silencio. La mayoría vive en un silencio espantoso. No te resignes. Huye. "Emito mis alaridos por los techos de este mundo", dice el poeta. Valora la belleza de las cosas simples. Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos. Eso transforma la vida en un infierno. Disfruta del pánico que te provoca tener la vida por delante. Vívela intensamente, sin mediocridad. Piensa que en ti está el futuro y encara la tarea con orgullo y sin miedo. Aprende de quienes puedan enseñarte. Las experiencias de quienes nos precedieron de nuestros "poetas muertos", te ayudan a caminar por la vida. La sociedad de hoy somos nosotros: los "poetas vivos". No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas... No te detengas, Walt Whitman (1819-1892)