Iconografía

domingo, 27 de junio de 2010

... apreciación

Magnolia, de Paul Thomas Anderson (1999)
No importa lo que esperas ni lo que te mereces, sino lo que consigues.

miércoles, 9 de junio de 2010

Estallido

Una flor de nieve
Aquellos pies se habían acostumbrado a dar zancadas amplias. Así, salir de los hoyos estaba chupado. Muchos días eran como aquellos. O como los otros. Ni agradables ni latosos. Diferentes, pero idénticos. Se empapaba bajo la lluvia, tenía la nariz helada o sudaba nada más salir de la ducha. No era feliz, pero tampoco una persona de temperamento taciturno. Sólo que nada le conmovía como antes. No era resignación, más bien un singular autoconvencimiento de que todo había ocurrido ya. Pero los giros fortuitos son como las flores de nieve. Plas! A dos mil metros, golpetazo y aparecen. De repente, todo estalla. El pulso vuelve a rozar los cien, los colores a multiplicarse.
El universo vuelve a ser extraordinario.
Ya lo disfruta.

lunes, 7 de junio de 2010

Rompiendo muros (con un par de narices)

Johnny Guitar o Hayden y la Crawford (1954)
Johnny: ¿A cuántos hombres has amado?
Vienna: A tantos como mujeres tú has olvidado.
Johnny: ¡No te vayas!
Vienna: No me he movido.
Johnny: Dime algo agradable.
Vienna: Claro. ¿Qué quieres que te diga?
Johnny: Miénteme. Dime que me has esperado todos estos años. Dímelo.
Vienna: Te he esperado todos estos años.
Johnny: Dime que habrías muerto si yo no hubiese vuelto.
Vienna: Habría muerto si tú no hubieses vuelto.
Johnny: Dime que aún me quieres como yo te quiero.
Vienna: Aún te quiero como tú me quieres.
Johnny: Gracias (bebe).Muchas gracias.

domingo, 6 de junio de 2010

Lo que se ve (y lo que no)

Caminos
Al observarle, uno no sabe muy bien si avanza o si desanda los pasos. Como equipaje, pocas veces se desprende de una especie de mampara inquebrantable. Parece que ni a martillazos se lograría romperla. De aspecto frío, casi rozando lo gélido. Impasible. Averiguar qué arquitectura conforma su formidable mente, es tarea titánica. Un reto salvaje. No revela afectos, ni ajenos ni propios. Como si no tuviera latidos y su corazón no bombease al ritmo habitual. Hay que ser paciente para digerirlo. Al principio puede ocasionar inquietud, pero uno pronto comprende que es inútil luchar contra titanes. Unirse al enemigo. Quererlo sin reparos. Lo cual no implica resignación. Él no entiende de conformismos. Más bien se trata de rastrear huecos que tal vez nadie antes se haya molestado en rescatar. Y descubrir prodigios. Tal vez todo sea por estar acostumbrado en exceso a gobernar el timón.
Pero... corazón coraza, que dijo el maestro.
Destrozar las rocas, cultivar la arena, llegar hasta el mar.