Me quedo con una de las maravillosas canciones del universo Akilandia: la frágil flor de mi amor se ha marchitado, y el hielo ha aniquilado mi fe. Hacía demasiado tiempo que no disfrutábamos de un rato de sofá, buen cine y la mirada atenta de tus encantadores bichitus. ¿Lo mejor? Que nos riéramos ante semejante muestra de patetismo. Ha sido un auténtico placer, querida amiga.
Iconografía
sábado, 31 de marzo de 2007
lunes, 26 de marzo de 2007
¿Quién me da la tanda?
¿Es aquí la cola para recuperar la vida? Gire todo a la derecha, luego coja el pasillo de la izquierda, allí verá siete ventanillas, vaya cogiendo tanda en cada una de ellas y allí le informarán de los pasos a seguir.
miércoles, 21 de marzo de 2007
Animalillos
Video ñoño donde los haya, pero sed un poco condescendientes: ¿no es encantador este bichejo?
Ciclos
Noche. Oscuridad. La luna como tercera letra del alfabeto. La lluvia ha dejado pulida la negrura. Luces se reflejan como joyas titilando. Hay estrellas allá donde el paisaje se acuesta sobre el horizonte. El agua se me estruja de azul. Veo un lago de lágrimas desde el valle. Los árboles sin luz desaparecen. Se queda ciego el verdor. Se calla. Mi casa es un barco navegando en las olas del aire. En lo alto del mástil yo vigilo mi silencio interior. Hace días que mi risa anda de viaje. A ratos hasta pienso que mi alma se marchó y que mi cuerpo sigue sus rutinas cotidianas a pura fuerza de costumbre. El agua cae en la mañana. El pelo chorreando. La ropa. Pero no conozco el rostro del espejo. No le brillan los ojos. Ni canta. Sobre todo no espera. La incansable no aparece en el reflejo. Es el cansancio el que me mira. Una extraña mujer con un rictus. ¿Será que la que era se ha marchado para siempre dejándome en el infierno de la desazón? Noche. Oscuridad. ¿Qué sacrificar para que vuelva el sol? Dulce tenacidad ésta de creer en golondrinas que regresan a los balcones.Pero vuelven los pájaros. Los días se repiten. Se extinguen la noche y sus burbujas negras. De nuevo se perfilarán los volcanes frente a mi ventana. Me alzaré chineleando hasta el café y el vivir. Hasta que otra vez la luz se venga a pique y repita mi piel ciclos del naufragio y la redención.
Gioconda Belli, Mi íntima multitud, 2003
lunes, 19 de marzo de 2007
domingo, 18 de marzo de 2007
El extranjero, parte II
La nostalgia hace extrañas parejas. En ese mismo instante el extranjero pensó en su madre y pensó en ella. Es cierto que a las dos las quería y a las dos las echaba terriblemente de menos, pero el extranjero no acababa de comprender el porqué de esta unión. Pensó que, posiblemente, el único punto en común de ambas era el silencio. Las dos sabían sobrevivir perfectamente en el silencio. El extranjero nunca lo consiguió del todo. Pero sabía que ambos silencios guardaban cosas muy distintas. Fue entonces cuando surgió la palabra cuídate y recordó a las dos en una de tantas despedidas. Tremendo cariño. Demasiado.
El extranjero sintió que estaba traicionando a dos de las personas que más quería porque hacia de todo menos cuidarse.
El extranjero recordó una frase: no necesito silencio, ya no tengo en quién pensar. Y el extranjero se alegró de necesitar un silencio. Aunque a veces pensar ahogue y haga que el silencio se torne tan doloroso.
Hasta ese momento el extranjero no había deshecho su maleta. Se sentía extrañamente seguro con esa provisionalidad. Iba sacando día a día la ropa que necesitaba. La maleta ocupaba una parte importante en aquella habitación. Tumbado, en la cama destartalada, el extranjero se durmió profundamente.
Cuando me despierto, dijo en voz alta el extranjero, ya sé dónde estoy. Hasta hoy, cuando me despertaba, creía estar en cualquier otro lugar menos aquí. El extranjero se quedó callado observando con detalle todo lo que le rodeaba y pensando que estaba empezando a hablar solo. Volvió a repasar todo con la mirada. Estoy solo, creyó pensar, pero en realidad lo había dicho en voz alta. Ni el eco le respondió.
sábado, 17 de marzo de 2007
Humo
Me está viniendo todo el humo a la cara, dijo ella desde la transparencia de sus ojos. No, eres tú, que vas hacia el humo, le respondió él. Los viandantes, curiosos ante tanta felicidad, los miraban desde fuera al pasar. Risas.
viernes, 16 de marzo de 2007
Babel
Sí, ya hace unos meses que se estrenó. Que no es ninguna novedad. Si aún no la habéis visto... brutalmente hermosa. Y la B.S.O, el track 4, por ejemplo, y el 10. Conmovedeora, redonda.
jueves, 15 de marzo de 2007
El club de les primes
El domingo me quedé bastante horrorizada por el 30 minuts de TV3: El club de les primes. Merece la pena que lo veáis si tenéis oportunidad. Así como también la infinidad de páginas pro ana y pro mia que podréis encontrar navegando por la red. Yo sigo espeluznada. Las franjas de edad cada vez se amplian más, abarcando edades que van desde los 10 a los 50 años como media. Hace treinta años la presencia de esta enfermedad era poco común. En África apenas existe. Aunque estos comportamientos son el resultado de decisiones íntimas, responsabilidad de las personas que las adoptan, llama poderosamente la atención su extensa y creciente difusión social. Tras la decisión personal de autoimponerse una dieta -puerta de acceso a una alimentación problematizada- operan factores sociales, hechos sociales, que impulsan a estos enfermos a actuar así. Se trata pues de una enfermedad muy grave. No es una tontería de adolescentes. Y luego viene Angelina Jolie y se tatua en el estómago la siguiente perla en latín: "quod me nutrit me destruit", u sease, "lo que me alimenta también me destruye" . Para sus fans adolescentes, gran ejemplo a seguir. Vamos bién...
Lost in translation
miércoles, 14 de marzo de 2007
El extranjero (parte I, de momento...)
El extranjero se preguntó qué estaba haciendo allí. Era una pregunta familiar, casi la podía sentir como parte de él mismo. Se la había formulado en muchas ocasiones y en diferentes lugares, pero nunca se acostumbraba del todo a no tener respuesta. Ese vacío se apoderaba rápidamente de su cuerpo como una extraña enfermedad.Un dolor físico que se instalaba en sus piernas. Siempre que esto ocurría el extranjero era incapaz de moverse. Permanecía completamente inmóvil aunque, como en ese momento, tuviese que hacerlo en mitad de una calle comercial y bajo una lluvia plomiza. El agua le recorría y apenas podía ver nada más que una niebla llena de sombras cuando se volvió a preguntar: ¿qué estoy haciendo aquí?. En ese preciso instante tuvo la sensación de haber perdido completamente los pies y de notar que se habían transformado en unas raíces que lo ataban a aquella calle. Sus dudas iban creciendo lentamente con la lluvia.
El extranjero marcó un número al azar en la cabina de teléfono y cuando una voz fría y somnolienta contestó, el extranjero comenzó a explicarle con todo detalle lo que le había ocurrido aquel día. La voz no dejaba de preguntar extrañada: pero... ¿quién eres? No te conozco. Pero el extranjero, impasible, continuó con su narración: antes de comer, he ido a aquella librería que hay cerca del río... La voz, cansada de no obtener ninguna respuesta, colgó el teléfono. El extranjero, al escuhar el pitido de abandono tuvo un segundo de duda, pero continuó su discurso: no sé si te acuerdas de aquel libro que decías que tenía que leer, pues lo he encontrado en aquella librería...
El extranjero abrió la ventana y escuchó que dos jóvenes hablaban en su idioma. Casi lo olvidaba, pero él tenía un idioma.
El extranjero pensó que sería maravilloso poder enamorarse de la camarera del Café del Centro. Ir cada día después de comer y con complicidad pedirle lo de siempre. Ella le serviría rápidamente y él pagaría con un gran billete para que ella tuviese que regresar con el cambio y así poder quedarse ensimismado con su increíble caminar. Y sus caderas de locura. Después del trabajo se intercambiarían rutinas y ternura. Sí, sería maravilloso enamorarme de la camarera del Café del Centro. Pero no puedo.
El extranjero se preguntó qué iba a hacer con todas las palabras que no iba a utilizar en aquel país. Pensó que sería una buena idea escribirlas todas en una carta pero no se le ocurrió a quién mandársela. Así que cada día, al despertarse, abría la ventana y decía una de aquellas palabras: se las daré al viento. Y el viento se llevó sus propias palabras. Viento, viento, viento, vient...
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