Iconografía

domingo, 6 de junio de 2010

Lo que se ve (y lo que no)

Caminos
Al observarle, uno no sabe muy bien si avanza o si desanda los pasos. Como equipaje, pocas veces se desprende de una especie de mampara inquebrantable. Parece que ni a martillazos se lograría romperla. De aspecto frío, casi rozando lo gélido. Impasible. Averiguar qué arquitectura conforma su formidable mente, es tarea titánica. Un reto salvaje. No revela afectos, ni ajenos ni propios. Como si no tuviera latidos y su corazón no bombease al ritmo habitual. Hay que ser paciente para digerirlo. Al principio puede ocasionar inquietud, pero uno pronto comprende que es inútil luchar contra titanes. Unirse al enemigo. Quererlo sin reparos. Lo cual no implica resignación. Él no entiende de conformismos. Más bien se trata de rastrear huecos que tal vez nadie antes se haya molestado en rescatar. Y descubrir prodigios. Tal vez todo sea por estar acostumbrado en exceso a gobernar el timón.
Pero... corazón coraza, que dijo el maestro.
Destrozar las rocas, cultivar la arena, llegar hasta el mar.

2 comentarios:

Thalassa dijo...

Llegar hasta el mar... y conquistarlo! Indómita siempre!

Natsuki dijo...

;-)))))))))))