Iconografía

martes, 18 de noviembre de 2008

Las sendas, los huecos (sic)

¿Por qué estabas tan triste?

Por la vida.

¿Y eso, qué es?

Clive Owen (Larry) a Natalie Portman (Alice) en Closer (Mike Nichols, 2004).

jueves, 6 de noviembre de 2008

Claro que nuestro orgullo es infernal

Mirada al frente...
Son los matices los que diferencian una actitud de otra. Una persona sana, que se quiera, no necesita menospreciar a nadie para sentirse bien. El arrogante, sí. Arrastro, desde hace unos días, una evidente decepción. Y estoy mustia. He tenido que equivocarme, no una vez, sino muchas, para aprender a disculparme sin resentimientos ni reproches posteriores. Y no es sencillo. Asumir los errores viene precedido por un cierto desasoiego, la inquietud de sabernos malos hacedores en algo o hacia alguien. Después viene la tregua, hecho que tampoco nos exime del tropiezo, pero lo hace más liviano para, con el tiempo, conseguir que éste incluso languidezca y llegue a esfumarse.
Me siento defraudada, un bamboleo entre pena y chasco. Para no mosquearme más de lo necesario, pienso que los dos saben de su fallo, pero que es el orgullo lo que les atranca. Vacíos de humildad, dando lecciones a todo el mundo y censurando la vida o forma de actuar de otros sin bajar la mirada hacia su ombligo. Que siempre sean los demás los que cedan. Coacciones emocionales y miradas airadas.
No hay necesidad de ser soberbio. Pero siempre hay razones para dar las gracias, disculparse y devolver un abrazo perdido.
La sensación es de regalazo.
Será cuestión de filosofía y paciencia, que dice el yayo Pau.

domingo, 5 de octubre de 2008

Sístole, diástole

Playa de Gavà, 20 de septiembre. Fotografía realizada con un móvil Nokia N80.
Palabras, casi rugidos de tanta alegría. Atisbar, a lo lejos, una retahíla de sollozos; hoy jeroglíficos opacos. Proseguir la senda y patear la vida a tu lado. Desabrochar carcajadas en cada zancada. Tiritar de risa a medianoche sin ton ni son.
Lamer tus lloros.
Hacerlos míos.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Manualidades de pegamento (parte I)

Trabajo manual (I)
El pegamento obra milagros. Me divierte ir en busca de letras perdidas, rescatarlas de mundos de papel ajeno, donde tal vez estén sin desearlo. A veces se aburren tanto...

Manualidades de pegamento (parte II)

Trabajo manual (II)

Ahora disfrutan panza arriba. Decodificando palpitaciones que no les pertencen. Pero a las que prestan su chillona emoción. Somos libres (me cuchichean bajito).

Y estáis radiantes (les susurro yo).

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Recordar: o volver a pasar por el corazón

En Cuenca, el verano de hace una década. Judith. Ella y yo.
Hay momentos que deberíamos poder congelar, botón del pause y listo. Ayer estuve con Judith, la Juju, Jujeta, la de la carcajada limpia y mirada transparente. Intentamos recordar cuánto hacía que no quedábamos. No hubo manera. Más de tres meses, menos de dos años, más de uno. Nos reñimos al final, mútuamente, por tardar tanto, no puede ser, que estamos a un tiro de piedra, bueno, o a dos. Sin estar a veces, aquí, allá, acullá. Pero siempre la pienso. Hace mucho de todo, trece, doce, once, diez... cuando los noventa todavía contaban en pesetas y yo tarareaba canciones de Counting Crows en un prehistórico CD portátil, con las uñas pintadas siempre de color violeta, sentada cada mañana en el primer vagón de la línea verde, bajar en Drassanes, al final de la Rambla, al lado de Colón, de las paraditas, del Bosc de les Fades, del Museo de Cera, de un local cutre donde comíamos ensaladas con salsa rosa y palitos de pan, de las salas de vídeo y Laserdisc de la biblioteca de la universidad donde las horas se vaciaban sin prisa, del bar donde intentábamos acoplar guiones imposibles de putas y edificios en ruina, el sotano, un lazo en el estómago y las prácticas de realización, cuando las cámaras todavía tenían carretes y revelar era crear un milagro, el koala gris que dormía en una caja, las viejas Dr Martens negras, mis cejas depiladas, Sam y sus pantalones de cuadros y los Smahings y la guitarra acústica en el Parc Güell, mis tripas reventadas y el abrazo tierno de mi madre murmurando no pasa nada, los bailoteos imposibles en el puerto, vamos a arreglar el mundo, cómo no, eternas estudiantes con carpeta, aprender y aprehender, hablar con la "z", las vacas voladoras, perseguir al profesor idolatrado, comer en el griego y llegar a la clase de Mercader tocadas por el Ouzu...
Desde aquel mediodía en Pastafiore, todo es un poco más azul.

martes, 2 de septiembre de 2008

Mi vida, aún no me la sé

Fotograma del documental Can Tunis (2007), de José González y Paco Morandi.
Hay días, uno de esos que podría ser igual que el anterior y no por ello menos bueno o más malo en que la retina y el corazón son capaces de retener, casi al instante, imágenes y frases que en otro momento, tal vez, ignoraríamos. Ayer, noche insomne (por puro placer) me topé con este documental mientras ojeaba la nueva edición del Vanity Fair Made in Spain. Ya lo conocía, incluso había visto fragmentos, pero lo que decía antes: ayer era el día. Y no los anteriores. No voy a hacer una crítica, tal vez porque habla de una zona tan cercana al lugar donde vivo que, tristemente, ya forma parte de nuestra rutina diaria. Desde arriba, Can Tunis es un barrio mugriento, manchado donde la droga bautiza cada una de las calles que conforman sus chabolas. Pero la gente rie, canta y se hacen barbacoas en la calle. Prefieren las barracas a los pisos que paulatinamente les han ofrecido a cambio de la expropiación de su suelo roñoso...
Mi héroe particular de Can Tunis tiene 11 años, bermejo, ojos azul cobalto, transparentes de futuro y opacos por exceso de conocimiento. Conduce, con una sola mano. Espléndido y aterrador cronista de la vida que le ha tocado sobrevivir:
La droga lo que hace es poner a la gente enferma. Cuando no llevan dinero se mueren, tienen que ir a pedir, cuando no llevan se mueren de ansia. Y han caído muchos por lo gilipollas que son, y mira que se lo decimos nosotros: "Quítate que vais a caer y vais a morir". ¿Mi vida? Yo aún no sé lo que es mi vida. Yo sé lo que hago y lo que digo pero mi vida, aún no me la sé. No sé si voy a ser borracho, alcohólico. No sé lo que voy a hacer... o futbolista o caballero de esos de montar a caballo, todo eso... O abogado, tú ya sabes...
Yo tampoco sé mucho, chavalín de ojos claros, qué va.
Pero sé que sois felices. Que no sabéis vivir entre ascensores. Aunque yo no lo entienda. Pero y eso, ¿qué más da?

domingo, 24 de agosto de 2008

Sin línea

Antes de llegar, a lo lejos, ya se ven. Todas. Espachurradas. Ninguna avanza. El abecedario al completo, pero no logran alinearse. La mente, pringosa, como la masa que resulta de hacer libritos rebozados con pan rallado y huevo una de esas noches en que toca cena de fiesta. Tal vez el aceite está demasiado caliente, tal vez los palillos se han salido y floten, tal vez el queso acabe ennegrecido en el fondo de la sartén. ¿Hacia dónde dirijo la pirueta?

miércoles, 16 de julio de 2008

... los más largos (y pesados) del mundo

Agobio (en todas las paredes). Fotografía de Landahlauts.
Hoy no tengo bolsillos en los que soltar palabras ajustadas. El tiempo, fisgón, se desternilla, me mira, me provoca. Casi agotada, sigo la marcha. Un suspiro y la venganza será terrible. Tanta, como chapuzones y bailes infinitos permita la arena de sus playas.
Ibiza, temblequea.

domingo, 22 de junio de 2008

Solsticio

Una caída de ojos en el restaurante Kai.
Y al alba, de nuevo. El olor a mecha quemada, el aire yodado, los ojos radiantes, la sal. Cuando el buen tiempo regresa y el sol se mece, acicalado, y coquetea. Cuando la luna nos guiña su recorrido. Llegas tú, con la maleta cargada de desnudez. Tu enorme sonrisa y la oscuridad desengrasada. Y todo lo que hablas, azul. Como el graznido de un pájaro, como el calor de los muros enmohecidos. Y suenas y hueles y amas y eres y abrazas, azul.
Azul zumbido de integridad.

martes, 10 de junio de 2008

La escalera, por el primer peldaño

Surtidores, comida.
Es que acabo de ver por la tele una señora que ha comprado 14 kilos de arroz, por lo que pueda pasar en los días venideros. Yo puse gasolina ayer por la tarde, 30 euros de gasoil. Era del caro, ultimate para ser más exactos. Que contamina y consume menos, me dijeron. Es que el otro está agotado desde esta mañana. Pues vale. Lo que quiero es evitarme el ir haciendo cola en todas las gasolineras que haya en 20 kilómetros a la redonda. ¿Pánico energético? La razón es mucho más sencilla: desde que me saqué el carnet hace más de ocho años, ir en transporte público me da una pereza tremenda. Ir a Lisboa y coger el tranvía sería distinto, no es comparable. Eso entraría dentro de la categoría de tremendo placer. Pero aquí, a las 8:00 de la mañana, con toda la maraña humana apelotonada en el tren, soltando efluvios varios, pues no. Y me enfurruño con las caravanas como cualquiera, pero con el climatronic y Radio 3 no hay autobús interurbano o metro que sea capaz de tentarme.
Respecto a lo de hacer acopio de cantidades ingentes de comida, en mi caso no es posible. Me encantan las ensaladas de canónigos pero su tiempo de vida es efímero: los compras un lunes y el miércoles ya están pochos, las hojas se quedan como blandengues y negras, como un trébol que ha perdido la suerte. Pero tengo muchas latas de espárragos. ¡Y mahonesa!
Hoy llueve, pero dejará de hacerlo. Paciencia.

martes, 3 de junio de 2008

Madrid, entonces

Marilyn Monroe y Clark Gable en Vidas Rebeldes, de John Huston (1961)
Los miro y veo el cartel de The Misfits que J tenía en su diminuto piso de Madrid. El mismo que casi inundé un caluroso día de verano de hace la friolera fecha de siete años. Siempre he necesitado cierto espacio de maniobra para aclarar a la perfección los ungüentos que dedico a mi cabellera. Recuerdo requetebién la cena de emperador a la plancha y vino tinto, ese calor galopante de Madrid nada más despertarme al día siguiente, como de secador en marcha, los muros que se rompieron con mi madre, su miedo guardián, mi entusiasmo enamorado. Y meses después, otra vez rodeando esquinas, las excursiones bajo la lluvia de otoño, la mejor película del mundo mundial en los Renoir, mi falda negra a la rodilla, sus eternas camisas de manga larga perpetuamente arremangadas... Su risa a tandas, cazarlo, divertido, rizándose las pestañas a escondidas.Vidas Rebeldes es la amarga historia sobre lo absurdo de la vida y del amor. El diálogo de Miller alcanza cúspides de monstruosa sagacidad. La escena con los caballos, cruel donde las haya, destila fatalidad y fracaso a partes iguales.
Toda la película es desesperanza:
¿Dejaste de pronto de amar a tu mujer?
En cuanto la pesqué en la cama con otro.
Nuestra película, la de ambos, se volatizó. Hirió durante un tiempo. Hoy ya no. Recapitular lo más hermoso de una historia zanjada es engorroso, cuesta, pero se logra. Eso sí, siempre que el dolor haya sido tolerable. Que sí. Por eso vuelvo a sonreír al mencionar aquellos días.
Y a todo esto C me esucha, me acurruca.
Y yo que le rozo con mimos de papallona y me dejo acurrucar.

martes, 27 de mayo de 2008

Sin azúcar, por favor

Naranja, rugosa, tal cual
Esta mañana no podía levantarme. Sueño atrasado. Demasiadas ovejas sin contar. El sábado hubo cena en casa de Montse y Quique, que son mis "cuñados", pero ay, no sé cómo decirlo, no me acabo de identificar con esa definición. Suena un poco a rancio, me provoca cierta distancia y hasta me ruboriza. Supongo que es por lo de ser hija única. Los parentescos siempre se quedaban cortos (y escasos). De pequeña nunca fui tia, bueno sí, de mis primos hermanos, de quienes me separan unas cuántas generaciones, tia postiza del tete Cristian, adolescente quinceañero hoy en día, y tia de Mar, pequeño bicho alado de cuatro años, tremenda Shin Chan a la catalana pero todo, todo corazón. Pero a lo que iba, fue una noche estupenda. No pudimos tener mejor recibimiento: los anfitriones, en pijama. Nosotros fuimos sin zapatillas, tampoco era plan. Pero llevamos la cena a cuestas: unos estupendos tuperwares de comida japonesa: futomaki de aguacate, uramaki picante de atún, yakitori de pollo, arroz con setas y yakisoba con ternera. Eso, más un generoso Ribera del Duero. Y amenizado por la ciclópea actuación de Rodolfo Chiquilicuatre. Ni la mejor degustación en el Bulli hubiese superado la fenomenal velada del sábado. Fue como un zumo de naranja mañanero. Puro, ácido, real, como la vida misma. Tertulias así hacen que hasta merezca la pena que a una la llamen cuñada. ¿Qué más se puede pedir?

sábado, 17 de mayo de 2008

Música ilustrada

Un Monome

Trasteando los links de Le Marais he descubierto el Monome. No tenía ni idea de su existencia. En realidad no tiene una función específica, pero al conectarse por usb a un ordenador, se puede utilizar para hacer algunas virgerías. Permite crear patrones en programas de música o interactuar con jueguecitos de puzles, utilizarlo como controlador midi o cualquier otra pamplina retro moderna. Es como volver al cole y recordar las tardes junto al Simon. Mola esto del Monome. Minimalismo bonito. Mucho más que el estilo charro y hortera de algunos hogares...

lunes, 12 de mayo de 2008

Dibujos velados

Se ha roto, rota, se rompió.
Había dos tatuajes. Uno en la espalda, otro en un brazo. Símbolos de un imaginario vanidoso y farolero Ya no había ninguno. Intentaba acordarse de en qué lado estaban, pero no era capaz. Al principio pensó que sería algo pasajero, pero a medida que se esforzaba por encajar aquellos dibujos en la piel a la que un día perteneció, su extravío mental crecía prodigiosamente. En algún momento de entonces los hubise trazado a ciegas, de memoria, recalcando cada curva, los fallos, las hendiduras en la carne, las líneas evaporadas por el tiempo, los jirones de la ira, el resto de las caricias. De todo, sólo gravilla, sobras, metralla.
Y al fin, el latido excarcelado. Verdemar, jugoso, flamante, repleto.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Pin y Pon y la casa cúbica

La futura e inminente casa de Carles y ésta que os escribe.
Para los que nunca habéis estado en mi casa, la de siempre, donde vivo, la de los papas, la de toda la vida, la de las celebraciones de cumpleaños con ganchitos y bocatas de pan bimbo con nocilla, la de las tardes de domingo con la alfombra cubierta de piezas del Tente... pues es un pisito, como el de tantos. En una ciudad dormitorio de Barcelona, en Viladecans, con un salón, una cocina, un baño y tres habitaciones, eso sí, dobles, porque en los pisos de obra nueva éstas son tamaño Pin y Pon. Ha sido el único hogar, ni siquiera teníamos la típica torre para irnos los fines de semana, razón por la que todavía le tengo más cariño. No habia otra. Digamos que siempre, me haya gustado o no, con bochorno o aire helado, ha sido mi casa, la casa. Sin mis padres, se quedó grisácea, como si le faltasen ventanas. Faltaba el ceño fruncido de mi padre que se deshacía al instante nada más recibir un beso o un abrazo, y la eterna jarana de ella, perenne alegría de madre, mujer y amiga. Todo llega, ya lo dice mi yayo Pau, pero es que es la pura verdad verdadera, que dicen los de Yoigo. Nos hemos tropezado con ella o, quién sabe, tal vez ella ha topado con nosotros. La cuestión es que, si todo va bien, en menos de una semana habremos firmado el contrato de arras de la casa que véis al principio de este post (a un año vista, para poder vender antes la mía). Es una casa cúbica, en Cervelló, muy cerca de Barcelona, minimalista, porque a nosotros, a Carles y a mí, nos gustan las cosas muy sencillas, cuánto más, mejor. Como la vida misma. Susto, mucho, porque quedaremos re-hipotecados. Pero veré montañas cuando suene el despertador. Y me daré chapuzones en la piscina desbordante del jardín. Y no tendré que aguantar más el horno apestoso de abajo y los gritos de su histérica propietaria. Chasqueo los dedos de alegría. Ah, para todos los que me dáis estrujones en silencio, con piel o sin ella, y estáis siempre ahí, habrá barbacoa y zambullidos en la piscina. Palabrita. ¿Lo mejor de todo esto?, compartirlo con una personita extraordinaria y única, que es Carles. Gracias a él sé que después de llover siempre para, aunque la tormenta sea interminable.

Filantropía vecinal

Lars and the Real Girl, de Craig Gillespie (2007)
Hacía tiempo -Juno, tal vez, se le acerca- que no disfrtaba de unas carcajadas tan transparentes. Gillespie parte de un corte seco, aprovechando una idea soberbia, con una media hora inicial de chisposo salero, una ingeniosa estampa de personajes y ambientes, ocurrentes gags -el momento inicial de Lars con su pretendiente a la salida de la iglesia, la primera cena con Bianca- y un empaque delicadamente excéntrico -la cursi habitación rosa, los peculiares colegas del trabajo-. La elegancia y sensibilidad en el tratamiento del guión -que no ñoñería gratuita- por parte de Nancy Olivier, guionista de la extraordinaria serie A dos metros bajo tierra, nos sitúa ante una hermosa dicotomía social: ¿arrinconar el sentido común en pos del auxilio emocional a un ser querido?
Esta es la historia de un hombre de 27 años, Lars -categórico, rotundo, magnífico Ryan Gosling-, que vive en un garaje, cerca, muy cerca de su hermano y su cuñada. Lars es cordial. Y autista. Tierno, pero huidizo. Vehemente y asocial. Su cuñada -una enorme Emily Mortimer- y su hermano quieren que viva con ellos, buscarle novia. Pero Lars ya ha elegido compañera. De hecho, ya tiene chica: Bianca. El problema es que Bianca es demasiado flexible, maleable, blanda... Y hasta ahí puedo leer. Tarjetita para el público.
Arrancar unas risas y enternecer al mismo tiempo, ahí es nada.

domingo, 4 de mayo de 2008

Tirón de orejas (y doblete)

Un día de la madre cualquiera (todos lo son): la madre, Dolores, la hija, Lara.
Hoy también celebra 55 velas y pastel de limón, aunque no pueda soplarlas.
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños. No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber. No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario. No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo. Pase lo que pase nuestra esencia está intacta. Somos seres llenos de pasión. La vida es desierto y oasis. Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia. Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa: tú puedes aportar una estrofa. No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre. No caigas en el peor de los errores: el silencio. La mayoría vive en un silencio espantoso. No te resignes. Huye. "Emito mis alaridos por los techos de este mundo", dice el poeta. Valora la belleza de las cosas simples. Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos. Eso transforma la vida en un infierno. Disfruta del pánico que te provoca tener la vida por delante. Vívela intensamente, sin mediocridad. Piensa que en ti está el futuro y encara la tarea con orgullo y sin miedo. Aprende de quienes puedan enseñarte. Las experiencias de quienes nos precedieron de nuestros "poetas muertos", te ayudan a caminar por la vida. La sociedad de hoy somos nosotros: los "poetas vivos". No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas... No te detengas, Walt Whitman (1819-1892)

sábado, 19 de abril de 2008

Canta, canta, y no pares...

Mi madre, la Nores
19 de abril. No es que hoy la eche más de menos porque haga tres años que murió. Pero sí que los recuerdos me incordian más que cualquier otro día. La oigo reír a carcajadas...

Lo bello, es difícil

Fotografía de Diego Barral López
De cabeza. Lo de que a veces pasan trenes por delante de uno, puedo corroborarlo a pies juntillas. En cuestión de dos semanas, mi vida ha dado un giro radical. He dejado un trabajo seguro, tranquilo y bien pagado por un convenio de prácticas con sueldo cero en una empresa que, tal vez, sea determinante para mi futuro profesinal. O no. Nunca se sabe, hasta que surja otra oportunidad y murmure en pasado justo de lo que ahora estoy hablando. Y vuelta a empezar. Y la noria sigue y gira. Y yo me limito a cambiar de cesta y tiro porque me toca. Ahora que cuerpo y mente aguantan. Vivir con lo justo durante un tiempo, apretarse e ingeniárselas para seguir disfrutando de la vida. Porque no todo es el dinero.
Dejo, al irme, unos cuántos corazones formidables, de color bermellón encendido, que han ido colándose por entre las rendijas de mi día a día, acompañándome, desenterrando carcajadas que tenía olvidadas, haciendo de estos siete meses un prodigioso jolgorio.
Como decía Sófocles en una de las frases que más recuerdo de las clases de griego del instituto: la alegría más grande es la inesperada. Eso y que lo bello es difícil.

domingo, 6 de abril de 2008

Esas zanjas

Horizonte: con sus síes, sus peros, sus porqués.
De baldosa en baldosa, evitando las que están hechas trizas, aquellas que parecen conducir a un destino de títere. Resulta sumamente sencillo meter la pata y girar a la derecha cuando el recorrido apropiado indica un claro volteo a la izquierda, o algo más sencillo: continuar hacia delante, sin giros taciturnos. Cubrirse de arena, amontonar las cenizas, cargar la mochila de surcos, recoser las entrañas. Y emprender el viaje. Otra vez.

lunes, 31 de marzo de 2008

Ovillos

Fotografía de Lee Friedlander, serie «The Little Screens», 1963
"No eres capaz de deshacerte", me dijo un día. Recordaba esa frase, preludio de un amor menor. El amor menor es la física no defintiva de la atracción primera. Pensar en alguien sin acabar de desearlo. Temer ser mínusculo para esa persona. Y desearlo a escondidas, incluso a escondidas nuestras. Y saber, que el final de esa historia, consiste sólo en poseer.
Una vez me equivoqué de conversación y de persona y me encontré metido hasta las cejas en una trampa de amor menor. Me impresionó. Ella era un cuerpo medio suyo-medio por tener, lleno de dudas y adherido a la propiedad de improvisar. Sisar su tiempo y engullirlo sin piedad. No hizo falta, ella lo regalaba: y lo recitaba, lo achuchaba y lo tomaba con café. Paseábamos a menudo sin rumbo y yo sin parar de escuhar. No sé si perdí mucho por desearla, o si solté mi vida allí y me adueñé de otra para partir de algo.
No pretendí unir mis sueños a tu viejo sofá hundido, pero ha pasado y todo se ha vuelto tú. Tu casa y tus gatos y tus orquídeas y rozarte y es que ella trabaja demasiado. Y engañarnos todos.
Y mentir a todos.
Te diré algo más, ella se ha deshecho por mí. Yo la amo, pensando en ti. Sé que eres un momento, que de aquí a un tiempo te irás de las palmas de mis manos. Que lloverá sin que te vea. Y la rehago, rememorando su cuerpo, el principio de sus labios secos. Sus ojos de agua frente al armario de la cocina, desnuda, buscando más vino y fantaseando sobre esas vacaciones que nunca hacemos. Su pelo recogido en un lápiz, las gafas que resbalan hacia el libro y cómo me recibe sin dejar de leer diciendo, de aquí a un rato cenamos o te ha llamado tu hermano o dúchate que luego voy yo. Entonces me doy cuenta de tu absurdo, de qué pintas tú en esta casa y en su silla y en nuestra cocina.
Tal vez me equivoqué en pretender imposibles. Buscar bolsas de tiempo es como apagar la luz y confiar en que pasen cosas.
Pero nunca se ve lo que pasa al borde de la cama.

Sólo falta Buenafuente

Mano a mano, dos monstruos.
Rastreando la red en busca de material sobre el intrincado universo de la WEB 2.0, me he topado con esta pequeña maravilla. Desconocía la existencia de Artist on Artist en Myspacetv.com. Tal es la vastedad de la malla de las tres "W". Apoltronaos. Y a disfrutar. Las risas histriónicas de Tarantino y Rodríguez valen dos peruses, que diría mi sabia compañera, Montse. O, al menos, uno.

jueves, 27 de marzo de 2008

Los regalos de porque sí

Verde y blanco (fotografía realizada con la Canon Ixus 800 IS)
Ayer no tenía la mejor de mis sonrisas. La salud y el ánimo no me acompañaban. Si me hubiese dado un garbeo por entre las nubes seguro que los pasos hubiesen sido lentos, así como de pisar grandes charcos. Las bacterias, que están juguetonas en este mes primaveral. Pero la vida puede cambiar en un periquete, que diría cualquiera de los personajes tebeísticos de Escobar. Y allí estaba él, con un enorme manojo de lirios blancos y una tremenda caja de chocolate. Y todos los cirros, estratos y nimbos se escurrieron por el desagüe de los quebrantos. Qué sencillo es a veces.

martes, 25 de marzo de 2008

Triángulo

Traición o derrota
Vértice uno (Z, M y A)
Hora de confesiones. Sí, me lo hago con tu mujer, Z. Insolente y envarado A prosigue: adaggio, Bloody Mary y encaje, incluso irreflexivo polvo salvaje. Ya que me lo preguntas, sí, sabemos cómo amarnos mútuamente.
Arista
¿Placeres?
Contesto.
¿Cuántos?
Titubeo y respondo.
¿Siempre?
Contesto que eso como mínimo.
¿No hay recetas?
Contesto.
Ayúdame.
Contesto, y Z, agradecido, se va.
Vértice dos (Z)
Ahórrate la compasión: sé muy bien que te dejó hurgar en su escote, cuatro tintos, dos versos de Plath, media disculpa y un fingido "todavía quiero a Z". Nada más. Ella misma me lo dijo entre lloriqueos cuando regresé aquel lunes. No he apilado reproches, sin embargo te envidio y te aborrezco a partes iguales. Anhelo esos revolcones imaginados, esos sueños tuyos con mi mujer, que no son de manual para adolescentes, como cuando yo intento hacerlo bien y dejo que Leonard Cohen llene las paredes, memorizo dos versos suyos y los ensayo en su vientre.
Te conozco A, y me irritan tus ficciones inundadas, tus caricias de color de luna, tu capacidad para hacer revolotear a mi mujer, nudillo y peca, oreja y saliva y el resto, que sólo vosotros compartís.
Arista
¿Por qué y por qué ahora?
Contesto.
¿Para ti también ha sido bueno?
Titubeo y respondo.
¿Repetimos?
Contesto que eso como mínimo.
Ayúdame, siento que desaparezco.
Contesto y M, agradecida, se hace un ovillo entre las sábanas.
Vértice tres (M a A)
La caída empezó hace tres meses, después de aquel lunes de mis sollozos, tus abrazos y los versos de Silvia. El sexo empezó a hacerse intolerablemente eficiente. Repertorio amplio a la par que resabido, tedioso. No busco culpables. Sencillamente, no me gusta hacer el amor con desconocidos, ya lo sabes. Por eso, el otro día, con Z tan pasivo, dejándome hacer, cuando ya no había Leonard y las riendas cambiaban de manos, por primera vez pensé en ti, A. Tuyos eran sus dedos, los olores, las caricias ahuecadas, los espasmos mecánicos. Dudo en darte las gracias...
Arista
¿Nos amamos?
Contesto.
¿Ahora?
Titubeo y respondo.
¿Para siempre?
Contesto que eso como mínimo.
Ayúdame, que no quiero desaparecer.
Contesto y A, aliviado, se acurruca junto a mis rodillas.
Línea
Un deseo: vivir en azul y teñir de cielo el laberinto.

lunes, 17 de marzo de 2008

En un santiamén

Proyección
En el sofá y en el balcón raído, comiendo queso y patatas fritas mientras la madrugada , indecente, aparece de puntillas. Meciendo los pies, como repantigada en un muelle oxidado que olvidó entregar sus olas al mar. En ese amanecer perpetuo seguía mirando sus dedos, las palmas, el dorso, sus manos. Confiaba en ver un chispazo detrás de la piel, el modo de volver a palpar -sólo con eso se conformaba-, una simple brisa.

lunes, 10 de marzo de 2008

El día después

Felipe, uno de los amigos de Mafalda.
Si me diesen a elegir entre varias flores, no eligiría, de entrada, una rosa. Prefiero otras, distintas. Las orquídeas o los girasoles o los tulipanes o los pensamientos o las amapolas o los lirios.
Aun con todo, hoy, después de ayer, la huelo y sonrío.

sábado, 8 de marzo de 2008

Cuatro series de diez repeticiones

Pollitos: unos, y otros.
El lunes, después de muchos meses sin agujetas, volví a pedalear y a mirar cuántos latidos genera mi corazón vuelta tras vuelta. Tras remos, cintas y máquinas de nombre imposible, se esconde un mundo paralelo, asombroso, digno de un profundo estudio antropológico. Noventa minutos con una rutina de ejercicios para tonificar biceps, triceps, gluteos o conseguir unas abdominales arrogantemente veraniegas, es aburrido: incluso para mí, que siempre he disfrutado con ello. Mi recién estrenado gimnasio es pequeño, los monitores son agradables, me gusta. Y ahora más, porque voy acompañada.
Entonces, hasta que las obligaciones me obligaron a dejarlo, iba sola. Pero acabas hablando con todo el mundo: la señora encantadoramente menopáusica que habla por los codos, el que te tira los trastos escudado en sus leoninos y nada elegantes músculos, la pija que lleva a conjunto goma de pelo y calcetines, el informático escuálido al que tienes que ayudar porque sabes que, de lo contrario, acabará con el esternón aplastado por las pesas, las fanáticas de las clases de "super dance" a las que envidias por su endiablada coordinación (y que tú nunca tendrás), el que no para de comer tuperwares de arroz cada hora, la que te dice, absolutamente convencida, que se ha apuntado al gimnasio para quitarse las estrias (querida, las estrias ya son tuyas, para siempre, y más si tienen medio metro y son de un blanco inmaculado) ...
Ayer, sentada en una de las máquinas para dorsales, se acercó un chico, veinteañero, con una mirada exageradamente abierta, como en Babia. Dos segundos, suficientes para ver que era diferente al resto de personas repartidas por la sala. Le dije, con una sonrisa abrigada y afable, que nos quedaban dos series. Creo que ni me entendió. Se mantuvo muy quieto, casi interfiriendo en nuestro espacio vital, mientras acabábamos el ejercicio. Ya en casa, volví a acordarme de él.
Me complace que seamos distintos, que todos tengamos cabida. Sudando, riendo, llorando, disfrutando, viviendo: todos, todos somos iguales.

miércoles, 27 de febrero de 2008

Los Cuenta Cuentos

Así, como profundamente rancio.
¿Por qué se flagela con la cruz, la banda y el idílico paisaje de fondo? ¿Está preocupada por su nieta, protagonista gozosa de aquel famoso cuento televisivo ideado por un señor que miraba siempre de reojo?
Va con desventaja, todo apunta a que nadie le habló de la "España cañí".
Ni de las perlas: o de verdad o sin ellas.

lunes, 25 de febrero de 2008

Inacabable

This Mess We're In, PJ Harvey y Thom Yorke
Stories from the City, Stories from the Sea (2000)
El verano del 2001 huele a esta banda sonora. Siempre se oía algo: en la playa, en mi viejo coche, en los hoteles sin nombre, en los bares de Gràcia y en aquel otro: rojo y pequeño como un dedal, en las cintas perfectamente ordenadas de casete...
Hay épocas mudas, esa fue tumultuosa, de estruendos, desniveles a pie, entusiasmo, somnolencia... y topetazos, también.
Hace apenas unos días volví a escuchar el CD. Iba sola, conduciendo, solazada y alegre. Y volví a derretirme, así como entonces, pero más. Por todo lo que sé, por lo perdido, por lo ganado. Por lo que todavía desconozco. Por las chiribitas que vuelven a callejear por mis ojos.

Yo bostezo, tú bostezas, él bosteza...

Un aaaaahhhh eterno
¿Quién dijo que los guionistas "hollywoodienses" ya no están en huelga? Sólo hay que echar un repaso a la gala de los Oscar 2008.
Ni Bardem se salva de la quema: ¡qué poca originalidad en el discurso de agradecimiento!
Jon Stewartt: ¿quién tuvo la brillante idea de rescatar a este dechado de alegría después de dos años de grata ausencia?
Esto ya no es lo que era. Hace años. Ya no merece la pena llegar grogui al trabajo tras horas de pijama y coca colas.
Qué será de nosotros, hijos -muchos- del baby boom...

domingo, 24 de febrero de 2008

Vuelo low cost y a París

La web de la tienda Colette, en Paris.
Allá por los noventa, cuando estaba de moda perfilarse los labios de un marrón oscuro demencial y rellenarlos de rosa perlado, fui a París. Viaje de instituto, olvidable ahora, divertido entonces, supongo. Desde entonces, no he tenido la suerte de volver. Cuando lo haga, una de las paradas obligadas, a parte de la ruina que supondrá la visita a todos y cada uno de sus museos, será la de la tienda Colette, en el 213 de la rue Saint-Honoré. Monumento de cuatro plantas, catálogo vivo y cambiante de las últimas tendencias: "the next next next thing". Los CDs recopilatorios, dicen los entendidos, son de lo más proféticos. El siguiente alto en el camino será en la tienda Vintage Vertiges, sita en el 85 de la rue Saint-Martin. Un ave rapaz me ha informado de las joyas que uno puede encontrar por lo que aquí invertiríamos en un camiseta multiplicada -hoy la llevas tú, mañana media España- de Blanco. Y que conste, que los "vintage" de Riera Baixa en Barcelona, son más que dignos, de hecho, hay dos reposando en mis perchas.

Con paraguas

Barcelona. Y el puerto.
Le sobrevive,
le sobrevive a todo
la frialdad.

domingo, 17 de febrero de 2008

Laberintos, añicos y arena

Pasillo, rojo y gris.
Hablaron por teléfono mientras él caminaba por una calle llena de extraños. Ella, conduciendo de regreso a casa, en ráfagas lánguidas, como pequeñas oleadas venidas de allá. Él, sin explicar su mutismo, ella, escarbando en su ausencia. Palomas grises en una jaula sin barrotes, deteniéndose en su reflejo, esperando, oyendo promesas huecas.
Conversaron mientras ella dibujaba con el perfil de sus manos el asiento vacío, hogar de tantos gemidos hoy ahogados. Incapaces ambos de traspasar la barrera de vocales fronterizas, de consonantes parapetadas. Con los puntos de destino esfumados y la pintura punzante en el aire. Charlaron con un pasado precipitado por el tiempo, disipado en el frío, oculto en lo más cercano, arrojado.
Pero en realidad, ya ni se oían.

Premios desafío

Desafiando a las rodillas
Hace unas semanas recibí, de manos de la encantadora Alejo Dissenys, una nominación. Consiste en contestar una serie de preguntas, y luego, nominar tú a otra serie de personas que desees. Al final, te dan un premio, virtual y bloguero. Puede ser divertido. Ahí van mis respuestas: - lo que te choca: la vanidad, la envidia, el odio - lo que te eriza: la sinceridad que sale de dentro, los abrazos sin más, las sonrisas reales - lo que te excita: luchar por las metas que quiero lograr por diminutas que sean - lo que te suelta: una cena con una conversación interesante, bailar en plan sexy, el mar, andar encima de unos buenos tacones - lo que te hace reír: mi perrita Luna y la gatita loca, la peque Mar, Friends, mi yayo Pau ... - lo que te hace llorar: la soledad no querida, el maltrato, las vejaciones a cualquiera - lo que te da nauseas: las ofensas gratuitas, la arrogancia, la necedad - lo que te falta para ser feliz: vivir en un sitio con piscina y terraza. ¡Nunca he tenido ni un mísero balconcito! :-D - lo que te trae infelicidad: hacer sufrir a los míos, las injustcias - lo que te lastima: hablar por hablar, los privilegios absurdos - lo que deseas: ser un poquito feliz, tan sólo eso - lo que temes: la enfermedad, el dolor - lo que no quieres perder: mis amigos, la gente a la que quiero/que me quiere, mi parcela de independencia - lo que quieres alcanzar: todo aquello que me proponga - la fecha que odias: el 19 de abril del 2005, el día en que falleció mi madre - una festividad que adoras: ninguna en especial y muchas en particular - una mentira que hayas dicho: unas cuántas, seguramente, diminutas y piadosas, también. - una nostalgia: la inocente y pura felicidad de la infancia Y mis nominados para ser el próximo winner son:
jc77 (Diario de un hombre perplejo)
qae (El cuaderno rallado)
Diego (¿El burócrata o la salteña?)
Montse (Sita's Place)
Raúl (interpreta-sones)

Crónica de una degeneración

There Will Be Blood, de Paul Thomas Anderson, 2007
Sangrante, caníbal, titánica, distinta. Tal vez el resultado global adolezca de cierta autocomplacencia, que casi nunca es buena, queriendo llegar a tantos sitios que, en ocasiones, llega a rozar el hastío. ¿Demasiado pretenciosa en algunos pasajes? ¿Excesivo empeño en mostrar una tiranía patológica en todo momento? Seguramente. Y es que aquí pasa lo mismo que ocurría en Magnolia (1999): conducir a los personajes a situaciones tan desorbitadas provoca, a veces, resultados forzados. Pero es innegable que estamos ante un retrato aplastante y espléndido de la ambición humana: un Daniel Day-Lewis soberbio, demencial, terrorífico en el nivel de otros montruos de antaño como Bette Davis en La Loba (1941).
Una vertiginosa caída a la más profunda degeneración del ser humano, un enfermo de ambición. O como asumir la mezquindad sin redención. Un individuo compuesto exclusivamente de carne, hueso y codicia, con corazón de pergamino: al final, un potentado miserable.
Es de agradecer el intento de Paul Thomas Anderson de mantener una narrativa al estilo clásico, épico, sin caer en la tentación de recrearse en planos majestuosos ni frases para la posteridad. La excelente y silenciosa fotografía ayudan a ello. Sin olvidar una banda sonora que sorprende, que huele a la locura y visceralidad propias de la idiosincrasia de la película. Jonny Greenwood, guitarrista de "Radiohead", la borda.
El film del director de Boogie Nigths (1997), nos sitúa ante una profunda herida abierta que crece como las malas hierbas, sin llegar a cicatrizar, que tampoco acabará en muerte.
Soberbia representación de la agonía moral, extrapolable a la actualidad. Y eso, sí que da miedo.

sábado, 16 de febrero de 2008

La familia perfecta

Padre de familia, la serie.
Es que la he estado viendo hace un rato y me parece tan buena, ¡tanto...! Onitsuka fue mi guía particular, me la descubrió. Buenísima, a la par de Futurama, los Simpsons o los ingentes de South Park. Y si uno tiene un día de esos atezados de nubarrones, palabrita, que se evaporan. Al menos durante un rato, que no es poco.

martes, 12 de febrero de 2008

Consumir preferentemente antes de...

De espaldas.
Si sigo así, será como si no hubiera empezado todo esto, aquel día gélido de marzo. Si lo prolongo, inmóvil, bombeando, parecerá que no existo. Si no quebranto esta espera ahora, si no muestro mi presencia, si no trituro el aire con un aullido, será como volver por un atajo, siguiendo pistas caducadas.
Si no lo hago, no habré estado aquí.
Me quedaré agachada, junto a esos ladridos que tiznan el cielo de verde, de verde aceitunado. Antes de saltar, de perder mi cerebro (el negruzco).
Eso sí, antes de todo, necesito que calmen a los perros, sólo será un minuto.
Y el abrazo del mar.

lunes, 11 de febrero de 2008

Las 87 sonrisas del yayo Pau

Él, siempre medio lleno, claro.
El optimista se sentó en la mesa, miró a su alrededor
y se sirvió un poco de lo poco que halló. Le dijeron
que había demasiado nada (en realidad había pocomucho)
pero él devoró su ración sin hacer comentarios,
abrió el periódico, se fumó su café y acabó
de cenar en paz. Pensó: tengo derecho a comer con alegría
lo pocomucho que me gano mientras llega la abundancia.
Sin embargo, seguían hablando de todo lo que
no hay no hay no hay no hay. No hay esto ni lo otro.
Pero el optimista se levantó en silencio
y otra vez recordó aquellos años en que solo comió
lágrimas. No había nadie para decirle no hay sopa o bistec
o tome un pedazo de pan duro para el perro de su hambre,
pero jamás de sus dientes salieron discursos.
Y ahora estaba satisfecho de la cena frugal. El hombre
salió a la calle y echó a andar mientras silbaba.
Las luces eléctricas le recordaron el porvenir.
Filosofía del optimista, Fayad Jamís

sábado, 9 de febrero de 2008

Tal vez, parecido a Holden Caufield

Alicia en las ciudades (1974), de Wim Wenders
Leo en la edición digital de El País, que Polaroid va a dejar de fabricar el cartucho de sus cámaras instantáneas: la era digital arrasa, incluso con una cámara que se mantuvo, durante décadas, como auténtico objeto de culto. Y he recordado la película de uno de mis directores joya (el de entonces, no el de ahora): Wim Wenders y sus viajes reveladores: Alicia en las ciudades.
El protagonista, un periodista alemán sumido en una etapa de nula inspiración, decide escapar a Estados Unidos con una Polaroid como única herramienta de viaje. Tanto llegará a suponer para él, que llegarán a ofrecerle más por ella que por su destartalado coche. La cobardía y el miedo de mirar a la vida directamente, quedan patentes en su adicción a la Polaroid. Pero después de su regreso a Alemania, deja de hacer fotos y vuelve a su tradicional cuaderno de viaje. La pequeña y deliciosa Alicia tendrá gran parte de culpa en ese cambio de actitud de Phil: aprenderá el valor del afecto, de las personas, de los lazos que unen.
El resto, ya es otra historia que merece la pena descubrir.

Cortar por lo sano

Un nuevo flequillo en casa
No acostumbro a colgar fotos, y no es porque no quiera, sino porque no tengo tiempo de hacerlas, a pesar de que me fascina. Pero hoy es uno de esos días en que era obligado colgar una y hacerlo ya. Porque se trata de instantes. Y mañana ya nada será igual.
Los que me leéis desde el principio, tal vez hayáis visto, hace varios meses, la única foto mía que hay en este blog. Pues la historia es que mi peluquera, la insustituible y genial Sonia, después de nueve años de fiel compañía, me abandona durante unos meses: cuando el invierno esté a punto de huir, nacerá Martita, la "despendolada", que ya la llama su futura madre. Tocaba celebrarlo. Y abandonar la imagen que durante tanto tiempo me ha devuelto el espejo. Ha sido una especie de regresión. Y todo por un cortes estratégicos y un flequillo travieso.
Pues eso, que estoy contenta y me apetecía compartirlo.
A veces, es así de sencillo, fíjate tú.

sábado, 2 de febrero de 2008

Érase una vez...

Silencio
Él estaba nervioso, hoy ha envejecido. Ella, también. Más humedad dentro de ellos que en el aire. Todo olía a humo, a ruido, a hogueras trasnochadas. No se conocían apenas pero incendiaban el aire. Con el tiempo, para ella ya no hubo ciudad alguna tras el opio de su lengua. Alrededor, sólo quedaron calles, palomas deshauciadas, la lluvia por desagües, recuerdos desmadejados.
Cuentan, que a él, después de todo, se le podía ver vagando por los restos del naufragio, rodeado de susurros, ajeno a todo, buscando en sótanos de luz opaca infames arriendos de sábado eterno. Hambriento del brillo verdemar de sus ojos, del contoneo de sus caderas, de su pecho abrigado de oro, preguntándose en silencio cuánto le iba a pesar el día que todo quedase soterrado...
El sabor de lo perdido, los agujeros desgastados, ver un destello que le anunciase su venida.
Él decidió surcar sus cicatrices para no olvidar, abarrotarlas de polvo para evitar las grietas por el esfuerzo, zurcirlas de nuevo cada mañana, abrirse el pecho a mordiscos, llenarse los hombros y caerse de bruces.
Errar, una y otra vez.
Pero escucha, le decían: "no te acostumbres, eso nunca".

miércoles, 30 de enero de 2008

Las entrevistas por el interfono

Los tomate se van.
Adiós a las esperpénticas tardes carentes de todo respeto a la intimidad y al honor.
Adiós al regocijo del dolor y la miseria humanas, del sexo por el sexo, del escándalo, de la violencia, de la exhibición del cuerpo humano desnudo si ton ni son, especialmente el femenino.
Adiós a tratar de manera fútil temas de máxima seriedad como la prostitución o las drogas.
Adiós al disparate y al delirio diarios, a fomentar las refriegas y los alaridos por encima del diálogo.
Adiós a las crónicas chabacanas, barriobajeras, a las entrevistas imposibles a través del interfono y a la crítica necia y sin sentido, a cualquier precio.
Adiós a la manipulación al cubo.
Adiós, pero como decía el filósofo Gustavo Bueno en una entrevista con Jesús Quintero: "Telebasura viene del latín, barredura que no es sino barrer. Además basura, como tal, en cierto modo, somos todos. Ya lo decían los místicos, que los hombres no somos más que cuerpos llenos de basura, que terminamos en la muerte, que es el estercolero completo. Así, el que dice que la basura es inmunda, no es del todo cierto, porque inmundo significa algo que no está en el mundo, y fuera del mundo no hay nada. Entonces, la basura está en el mundo."
Quitan "Aquí hay tomate", pues bueno. No es comparable a cuando acababa la temporada de Friends. Eso sí que daba pena. Pero a la sobremesa de morriña y siesta, tampoco se le puede pedir que programen algo similar a Redes. No es plan. Entretenía y enganchaba y eso, junto al "share", es lo que les importa a los señores de la tele.
Pero es que yo también me he reído algunas noches con "Escenas de matrimonio". Y como muy sabiamente decía el otro día una amiga, Marta: "tampoco hay que tomarse las cosas tan a pecho".
Y es que, mucho me temo, que sin basura no podemos vivir.

domingo, 27 de enero de 2008

Un cuento agrio

En el valle de Elah (2007), de Paul Haggis
Érase una vez, un mocoso llamado David que desafió al descomunal Goliat en el valle de Elah. David derrotó al titán arrojándole una piedra con una honda a la cabeza. Y dicho y hecho: le partió la sesera y lo mandó directo al hoyo. La victoria del débil contra el fuerte. De la hormiguita contra el hombre. Pero eso es la fábula. La vida real es un sempiterno Goliat reventando a David. Algo muy similar vemos al adentrarnos En el valle de Elah.
Reconforta ver que la artificiosidad de Crash ha desaparecido en la última película de Haggis, regalándonos una solidez narrativa exenta de filigranas visuales.
Paul Haggis atrapa en las distancias cortas pero nos guía a trompicones cuando la cámara busca el plano general y la mirada global de la historia. En este sentido, lo interesante del film es la crítica a la actuación del ejército americano en Irak, no desde posiciones antiyanquis sino desde la mentalidad conservadora de un ex militar americano que descubre a su patria sepultada, henchida de los cuerpos inertes de sus hijos, y huérfana de toda la parafernalia que procede de la Casa Blanca.
Convincente y demoledor, como la trillada imagen de la bandera patriótica por excelencia transformada aquí en un grito desfigurado de auxilio, de claudicación casi.
Un colosal y desgarrador Tommy Lee Jones, junto a una tibia Charlize Theron y una, tal vez, sobreactuada Susan Sarandon, nos sitúan ante un entramado subterráneo de hechos que resulta bastante más complejo e intenso en lo que esconde, que en aquello que muestra.
Cuando Paul Haggis deje de darnos palmaditas en la espalda para enseñarnos a ser mejores personas, empezará a hacer cine en mayúsculas. De momento, va por muy buen camino.

sábado, 26 de enero de 2008

Restos

Lo que había
Un fundido a negro.
Un hueco en el lado de tu cama, que mi vida ya no era mía, que no volvería a serlo. Dos teléfonos que odiaba, su ring, vibración pretérita de un ahogo constante. La estela que tus dedos dejaban en mi espalda, mientras dormía. La distancia entre tus brazos y mis hombros, el pocito perfecto entre mis clavículas, la ceniza, el humo, tus cigarros. El cajón siempre listo, por si la marea subía y las maletas viajeras. La piel radiante, es lo que tienen las lágrimas.

Pies de lolita

Ahí andarán mis diminutos pies (foto realizada con una Cannon IXUS 800)
No soy una adicta a las compras. De hecho, suelo probarme una prenda cinco veces antes de quedármela. Siempre pienso que, tal vez en otro sitio, me espera algo mejor. La duda eterna. Pero siempre hay flechazos: vi estas bailarinas y no pude resistirme: c'est la vie, c'est l'amour!

martes, 22 de enero de 2008

La de las coletas y los polines

Yo, antes, con los brazos en jarra.
Todavía recuerdo el ruido que hacían los dos clips que llevaba siempre a conjunto con esas coletas, larguísimas, despeinadas, volteadas siempre. Y las sandalias, mis preferidas durante todo ese verano que pasé en Rubielos de Mora, el pueblo de la yaya y en Olot, el del yayo. Y ese conjunto de pantalón y camiseta de tirantes, como de un raso que se electrizaba en contacto con mi pelo: lo tenía en mil colores distintos. Era el uniforme de los días de sol y playa, de bucear en la orilla bajo la atenta y paciente mirada del mejor yayo del mundo, de las rodillas peladas y con costras, de la bici siempre, de los patines de cuatro ruedas, de los juegos a las "gomas", de la Botilde del "Un, dos, tres...", de jugar a matar con la pelota roja y negra, del sidral, de los petazetas, de los chicles Cheiw, de los polines para congelar en casa, los tebeos de Zipi y Zape, de Mortadelo, los libros de Puk, el arroz a la cubana (sólo) con tomate Solís, los yogures Yoplait de macedonia, el flan Royal con mucho caramelo en el fondo, la feria y montarme en las sillas voladoras moviendo los pies con furia sonriente, los ganchitos que manchaban de naranja...
Me miro. Cojo carrerilla, soplo.
Todas las velas apagadas: ya van 31.
Sonrío. Y sonríen.

jueves, 17 de enero de 2008

Ejercicio cardiovascular

Rutas
No me obligues a soñar, la magia no existe. Te lo dije.
Escalones. El primero, creado a imagen y semejanza de un titán, embaucador sin flauta, sin niños, parece insalvable, pero cuando recuperas el suelo llano, observas que era algo circunstancial, cuestión de perspectiva, de tener valor, de recordar cómo se hace.
Número dos. Un edredón sin funda, un armario blanco, pomos que no cierran, la canción que no para, pies fríos, la noche siempre, yogures de coco, un mantel y pan con tomate. Andas a oscuras, casi hacia dentro te susurro: tus caderas.
Ya voy por el tercero, sigo, subiendo, serpenteándote, volviendo a sentir la ligereza que da la libertad, la confianza. Dejo correr las manos por la pared de esta torre, sin miedo a estar en penumbra. Todo se empapa y vuelve esa maravillosa aspereza de lo real. Y no asusta, porque arriba todo es azul.
El cuarto... el aire que huye, me ahogas, me paro, me suelto. Miro hacia arriba. Me rompo, me caigo. Ya.

martes, 15 de enero de 2008

Girarse, mirar y seguir andando

Surcos, vida.
"...Los sitios que hemos conocido no pertenecen tampoco a ese mundo del espacio donde lo situamos para mayor facilidad. Y no eran más que una delgada capa, entre otras muchas, de las impresiones que formaban nuestra vida de entonces; el recordar una determinada imagen no es sino echar de menos un determinado instante, y las casas, los caminos, los paseos, desgraciadamente son tan fugitivos como los años. "
Marcel Proust, Por el Camino de Swan (1919)

lunes, 14 de enero de 2008

Colores

Arrugas y sábanas
La vida calla. Y no habla. Por eso están los colores. El azul, asomarme a tu piel, poner el oído en tu mitad y escuchar el torrente de tu corazón con una potencia que jamás había encontrado. Entre el blanco y el negro hay trescientos cincuenta y siete tonos de mí. Y luego está el rojo.
Coqueta ciudad de rojo, vertebrada en incógnitas. Sentirme inválida, incapaz, con las manos acribilladas, intentando parar el derrame de tu alma de mercurio, hendida hacia dentro, buscando caminos...
Las esquinas palidecen y me lleno la voz de balizas, pospongo los juicios, anteponiendo sigilo a lucidez. Pero siempre queda esa pizca helada de miedo recorriendo la espalda y los kilómetros de incertidumbre que separan cada silencio.
Tanteo las posibilidades que cada uno tiene de llegar a su sitio, ese lugar que se nos resiste, que nunca llega o no se llega en el momento adecuado. Y la cifra resultante es un pozo de ausencias, de retrasos.
Porque la vida no habla. Y en esas cuestiones, ni siquiera los colores tienen autoridad.

sábado, 12 de enero de 2008

Cómo seré yo cuando no sea yo...

Mark Rothko, No. 9 (Dark over light Earth/violet and yellow in Rose), 1954
Donde pongo la vida pongo el fuego
de mi pasión volcada y sin salida.
Donde tengo el amor, toco la herida.
Donde pongo la fe, me pongo en juego.
Pongo en juego mi vida, y pierdo, y luego
vuelvo a empezar, sin vida, otra partida.
Perdida la de ayer, la de hoy perdida,
no me doy por vencido, y sigo, y juego
lo que me queda: un resto de esperanza.
Al siempre va. Mantengo mi postura.
Si sale nunca, la esperanza es muerte.
Si sale amor, la primavera avanza. Ángel Gónzalez , La vida en juego