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viernes, 8 de junio de 2007

Para no ser estatua de sal

La hembra ejerce su poder de vampiresa. Y no después del acto sexual; le mata antes. Los cuerpos de la mantis macho y la mantis hembra no se acoplan perfectamente si ésta no arranca la cabeza del macho previamente. Así, él ha de jugar a un juego peligroso: perder la cabeza, pero en el momento preciso, cuando ya se encuentra colocado. Sino, habría muerto para nada, puesto que la cópula no habría tenido lugar. La naturaleza nunca es caprichosa. Puedo asegurar que he conocido, tal vez, al único espécimen masculino que actúa así. Bebe whisky, horchata y no sabe cocinar. Decidió y creyó ser un demiurgo, ser perfecto e inmanente. Huid, si lo encontráis. No miréis atrás. La cabeza será lo mínimo que os arrebatará.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El pasado está donde debe estar. Así que mejor mirar hacia delante y no tropezar con el resto de piedras del camino.
Hermosa como siempre!