HOMBRE - El laboratorio que fabrica amor propio quebró hace unos meses, y anoche perdí el poco que me quedaba.
MUJER - Ya, claro. Yo nunca he tenido espejos en casa, así me ahorro esos problemas.
HOMBRE - ¡Ahora entiendo lo de tus cejas mal depiladas!
MUJER - No, lo de las cejas es por falta de pulso, que de eso sí padezco. Por el pulso y por el miedo.
HOMBRE - ¿Miedo? ¿Miedo a qué?
MUJER - Me refiero al compromiso.
HOMBRE - Es verdad, el compromiso... Todavía no lo he pensado. ¿No son felices los que viven comprometidos?
MUJER - Aparentemente sí, pero esconden cicatrices en los tobillos.
HOMBRE - ¿Qué cicatrices?
MUJER - Las que producen las cadenas.
HOMBRE - ¿Los comprometidos están encadenados?
MUJER - No exactamente: arrastran cadenas.
HOMBRE - ¿Para qué?
MUJER - Las llevan de un lado a otro, sin más. Suelen acabar bastante hartos de ellas.
HOMBRE - Ah...
MUJER - Pues nada, ve.
HOMBRE - ¿Que vea qué?
MUJER - Que vayas a arrastra tus cadenas, digo.
HOMBRE - ¿Y cómo sé que serán las cadenas que busco? ¿Cómo tienen los eslabones?
MUJER - De cristal, son muy pesadas y difíciles de transportar, porque has de intentar que no se rompa el cristal mientras andas, y también debes vigilar no cortarte con él. Se las conoce como cadenas ideales.
HOMBRE - Entonces no serán tan terribles como dices...
MUJER - Las llaman así, no porque sienten bién, sino porque los cristales contienen ideas.
HOMBRE - ¿Qué son ideas?
MUJER - Algo en lo que muchos creen. Yo nunca he tenido fe. Ideas, pocas veces.
HOMBRE - ¿Tú nunca te has comprometido?
MUJER -Yo nunca he tenido amor, y si lo he tenido, ha sido como uno de esos espejos que antes te decía. Algo que parece, pero que deja de serlo en cuanto aparece la imagen real, la de fuera del cristal.
HOMBRE - ¿Y no te gustaría comprometerte? Sin ideas, sin fe, sin amor, sin compromiso, lo único que te queda es tiempo. ¿Qué harás cuando se te acabe el tiempo?
MUJER - No lo sé, siempre confío en lo que ha de venir, precisamente, porque nunca sé lo que será.
HOMBRE - Yo quiero adquirir un compromiso, pero no tengo ideas y tampoco amor. ¿Cómo lo
consigo?
MUJER - Las ideas aprendiendo a bucear. Miras una cosa, cierras los ojos, tomas aire y te zambulles en su interior, hasta arrancarle el nombre que lleva grabado en lo más profundo. Ahí tienes tu primera idea.
HOMBRE - ¿Y el amor?
MUJER - Para eso tienes que aprender a volar o a trepar. Volar es más rápido, pero es peligroso. Trepar exige más esfuerzo, paciencia, ser sagaz y saber perdonar. Puede ser muy doloroso pero también es muy gratificante.
HOMBRE - ¿Por dónde debería trepar?
MUJER - Por un ente, masculino o femenino, tú eliges cúal.
HOMBRE - ¿Y tú por qué no tienes amor?
MUJER - Sufrí un empacho que me hizo aborrecerlo.
HOMBRE - Entiendo. Supongamos que ya he aprendido a bucear, a volar y a trepar. ¿Cómo me pongo las cadenas?
MUJER - Ante todo, debes ir a buscarlas. Pero puede que te descalabres en el intento.
HOMBRE - Y, entonces... se acabó el compromiso.
MUJER - Pero tu tiempo, no.
HOMBRE - Me quedaré como tú. ¿Qué haces con tu tiempo?
MUJER -Magia.
HOMBRE - ¿Y qué consigues?
MUJER - Nada.
HOMBRE - ¿Entonces...?
MUJER - Pierdo el tiempo.
HOMBRE - ¿Te importaría perderlo con un amigo?
MUJER - Eso siempre es un placer.
HOMBRE - Perfecto, nos vemos mañana.
MUJER - Hasta mañana entonces.
3 comentarios:
Felicidades, qué frío, existencialista y fino texto...
Gracias, Diego! Digamos que todos somos un poco el "hombre" y un poco la "mujer", ¿verdad?. No es exactamente un reflejo personal ;-)Como la canción: depende, todo depende...
Es genial, me gustó mucho el texto.
see ya!
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