Iconografía

martes, 25 de marzo de 2008

Triángulo

Traición o derrota
Vértice uno (Z, M y A)
Hora de confesiones. Sí, me lo hago con tu mujer, Z. Insolente y envarado A prosigue: adaggio, Bloody Mary y encaje, incluso irreflexivo polvo salvaje. Ya que me lo preguntas, sí, sabemos cómo amarnos mútuamente.
Arista
¿Placeres?
Contesto.
¿Cuántos?
Titubeo y respondo.
¿Siempre?
Contesto que eso como mínimo.
¿No hay recetas?
Contesto.
Ayúdame.
Contesto, y Z, agradecido, se va.
Vértice dos (Z)
Ahórrate la compasión: sé muy bien que te dejó hurgar en su escote, cuatro tintos, dos versos de Plath, media disculpa y un fingido "todavía quiero a Z". Nada más. Ella misma me lo dijo entre lloriqueos cuando regresé aquel lunes. No he apilado reproches, sin embargo te envidio y te aborrezco a partes iguales. Anhelo esos revolcones imaginados, esos sueños tuyos con mi mujer, que no son de manual para adolescentes, como cuando yo intento hacerlo bien y dejo que Leonard Cohen llene las paredes, memorizo dos versos suyos y los ensayo en su vientre.
Te conozco A, y me irritan tus ficciones inundadas, tus caricias de color de luna, tu capacidad para hacer revolotear a mi mujer, nudillo y peca, oreja y saliva y el resto, que sólo vosotros compartís.
Arista
¿Por qué y por qué ahora?
Contesto.
¿Para ti también ha sido bueno?
Titubeo y respondo.
¿Repetimos?
Contesto que eso como mínimo.
Ayúdame, siento que desaparezco.
Contesto y M, agradecida, se hace un ovillo entre las sábanas.
Vértice tres (M a A)
La caída empezó hace tres meses, después de aquel lunes de mis sollozos, tus abrazos y los versos de Silvia. El sexo empezó a hacerse intolerablemente eficiente. Repertorio amplio a la par que resabido, tedioso. No busco culpables. Sencillamente, no me gusta hacer el amor con desconocidos, ya lo sabes. Por eso, el otro día, con Z tan pasivo, dejándome hacer, cuando ya no había Leonard y las riendas cambiaban de manos, por primera vez pensé en ti, A. Tuyos eran sus dedos, los olores, las caricias ahuecadas, los espasmos mecánicos. Dudo en darte las gracias...
Arista
¿Nos amamos?
Contesto.
¿Ahora?
Titubeo y respondo.
¿Para siempre?
Contesto que eso como mínimo.
Ayúdame, que no quiero desaparecer.
Contesto y A, aliviado, se acurruca junto a mis rodillas.
Línea
Un deseo: vivir en azul y teñir de cielo el laberinto.

5 comentarios:

interpreta-sones dijo...

no me extraña. esta línea es pura maraña (besosazules)

Natsuki dijo...

raúl, seguro que esta historia imaginada (y tan real) está pasando en infinitas partes del mundo ahora mismo.

Pero sí, azul, muy azul, siempre azul ;-)

Qae dijo...

A veces me da la sensación de que si escarbaras dentro de mí saldrían tus cuentos y viceversa

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Natsuki dijo...

qae, pues habrá que ponerse a ello... ;-)

abrazos convalecientes
:-********************