Iconografía

miércoles, 7 de mayo de 2008

Filantropía vecinal

Lars and the Real Girl, de Craig Gillespie (2007)
Hacía tiempo -Juno, tal vez, se le acerca- que no disfrtaba de unas carcajadas tan transparentes. Gillespie parte de un corte seco, aprovechando una idea soberbia, con una media hora inicial de chisposo salero, una ingeniosa estampa de personajes y ambientes, ocurrentes gags -el momento inicial de Lars con su pretendiente a la salida de la iglesia, la primera cena con Bianca- y un empaque delicadamente excéntrico -la cursi habitación rosa, los peculiares colegas del trabajo-. La elegancia y sensibilidad en el tratamiento del guión -que no ñoñería gratuita- por parte de Nancy Olivier, guionista de la extraordinaria serie A dos metros bajo tierra, nos sitúa ante una hermosa dicotomía social: ¿arrinconar el sentido común en pos del auxilio emocional a un ser querido?
Esta es la historia de un hombre de 27 años, Lars -categórico, rotundo, magnífico Ryan Gosling-, que vive en un garaje, cerca, muy cerca de su hermano y su cuñada. Lars es cordial. Y autista. Tierno, pero huidizo. Vehemente y asocial. Su cuñada -una enorme Emily Mortimer- y su hermano quieren que viva con ellos, buscarle novia. Pero Lars ya ha elegido compañera. De hecho, ya tiene chica: Bianca. El problema es que Bianca es demasiado flexible, maleable, blanda... Y hasta ahí puedo leer. Tarjetita para el público.
Arrancar unas risas y enternecer al mismo tiempo, ahí es nada.

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