Sé que seguirá manteniendo ese porte elegante, donde se haya ido, como cuando éramos pequeños e íbamos a su despacho a buscar cualquier cosa. O cuando pasaba por las clases para darnos el recibo, en papel de calco, para nuestros padres.
No hay final que pueda apagar una vida como ha sido la suya: 91 latidos de lucha constante.
Como Mar, su nieta, que también es hija, hermana, mujer y compañera y, ante todo, persona, valiente, alegre, sonriente (casi) siempre.
Y amiga, amiga al cubo, la bruixeta, una persona imprescindible en mi vida.
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