
Me ocurre a menudo. Cuando espero una película con muchas ganas, con unas expectativas tremendas y me decepciona... el desencanto es más profundo. No sé dónde ha ido Woody. Tal vez lo ha abducido su mujer, Soon Yi. Porque a penas he notado su presencia en toda la cinta. No me ha sorprendido en lo más mínimo; a partir de los primeros cuarenta y cinco minutos se me ha hecho pesada, aburrida incluso. Me quedo con una realización armoniosa y sobria, único testimonio de que el maestro, aunque casi invisible en ésta, sigue ahí. Tampoco sería justo olvidar a unos eficientes - que no brillantes -, McGregor y Farrell. Pero eso es todo, amigos.